Hi, girls!

While José Ingenieros said that to overcome mediocrity we should pursue our own ideal, Epictetus taught that life doesn't demand perfection, but rather patience with our own progress.

However, in my opinion, even though perfection is something abstract, subjective, or nonexistent (a utopia), I believe we should all always strive for it. That's what I call inward growth.

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In my view of life, inward growth means focusing my energy on improving who I am as a person, not on accumulating what I have.

Epictetus's words remind us that growth is a process, not a goal to be reached quickly. I understood this when I stopped punishing myself for not achieving huge goals immediately. That's how I began to value small steps: finishing a book I find difficult, staying calm in an argument, or sticking to my exercise routine one more day, studying my sheet music.

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These acts aren't spectacular, but added together, they forge character, my discipline. Every choice, however insignificant it may seem, trains my discipline. Discipline isn't punishment; it's the tool I use to be the master of my reactions and not a slave to my impulses.

These are qualities we must cultivate and strengthen because they are the internal structure upon which a solid life is built.

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Personal improvement doesn't happen overnight, nor with a sprint, but with daily consistency. I've found that real change doesn't come with grand pronouncements, but with the silent repetition of good habits: In other words, discipline.

It's like strengthening a muscle: it hurts at first and the results aren't immediate, but over time, it sustains you in situations you previously lacked the strength for.

In that humble and persistent movement, the soul finds its true path. "Soul" for me is that personal essence, my unique way of being in the world.

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When I stop comparing myself to others and focus on my own progress, I find a clear direction and a sense of purpose that is uniquely mine.

Growing inward makes us better human beings and gives us tools to move forward in this life. I improve my patience, my understanding, and my resilience. These are the tools I use to navigate real-life problems. This inner growth is what brings us closer to that longed-for perfection, not because we will ever reach it, but because the very act of seeking it compels us to give the best of ourselves.


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In this way, we move away from the mediocrity that José Ingenieros referred to. Mediocrity, for me, is settling for a version of oneself that one knows can be better. Inward growth is a rebellion against that complacency. It is the daily decision to be a little stronger, more aware, and more whole today than yesterday.

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**Versión en español**
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Hola, chicas!

Mientras que José Ingenieros decía que para vencer la mediocridad debíamos perseguir nuestra propia entelequia, Epicteto enseñaba que la vida no exige perfección, sino paciencia con nuestro propio avance. 
No obstante, en mi opinión, aunque la perfección sea algo abstracto, subjetivo o inexistente (una utopía), creo que todas debemos siempre buscarla. Eso es lo que llamo, crecer hacia adentro.

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En mi modo de ver la vida, crecer hacia adentro significa enfocar mi energía en mejorar lo que soy como persona, no en acumular lo que tengo.  
Las palabras de Epicteto nos recuerdan que crecer es un proceso, no una meta que alcanzar de forma expedita. 
Entendí esto cuando dejé de castigarme por no alcanzar metas enormes de inmediato. De ese modo comencé a valorar los pasos pequeños: terminar un libro que me cuesta, mantener la calma en una discusión, o cumplir con mi rutina de ejercicios un día más, estudiar mis partituras. 

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Estos actos no son espectaculares, pero sumados, forjan el carácter, mi disciplina. Cada elección, por insignificante que parezca, entrena mi disciplina. La disciplina no es un castigo; es la herramienta que uso para ser dueña de mis reacciones y no una esclava de mis impulsos. 
Estas son cualidades que debemos fomentar y fortalecer, porque son la estructura interna sobre la que se construye una vida sólida.

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La mejora personal no ocurre de un salto, ni con una carrera, sino con constancia diaria. He comprobado que los cambios reales no llegan con grandes declaraciones, sino con la repetición silenciosa de hábitos buenos: O sea: la disciplina.
Es como fortalecer un músculo: duele al principio y los resultados no son inmediatos, pero con el tiempo, te sostiene en situaciones para las que antes no tenías fuerza. 

En ese movimiento humilde y persistente, el alma encuentra su verdadero camino. "Alma" para mí es esa esencia personal, mi manera única de estar en el mundo. 

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Cuando dejo de compararme con los demás y me concentro en mi propio progreso, encuentro una dirección clara y una sensación de propósito que es solo mía.

Crecer hacia adentro nos hace mejores seres humanos y nos da herramientas para avanzar en esta vida. Mejoro mi paciencia, mi comprensión y mi resiliencia. Estas herramientas son las que uso para navegar los problemas reales. Este crecimiento interno es lo que nos acerca más a esa perfección añorada, no porque algún día la alcancemos, sino porque el solo acto de buscarla nos obliga a dar lo mejor de nosotras mismas. 

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De ese modo nos alejamos de la mediocridad a la que se refería José Ingenieros. La mediocridad, para mí, es conformarse con una versión de una misma que sabe que puede ser mejor. Crecer hacia adentro es la rebelión contra esa conformidad. Es la decisión diaria de ser hoy un poco más fuerte, más consciente y más íntegra que ayer.