<center><a href="https://pixabay.com/es/photos/dormido-somnoliento-hombre-asi%c3%a1tico-5500058/" target="_blank"><img src="https://files.peakd.com/file/peakd-hive/latino.romano/AKwL5e7zj9jxYo6s8ciQCFYsY54kiVBrhQZpM7Qp2HwbJtNnFJf1eNuRTy84WXW.png"><br/></a></center> 
<center><sup>[Fuente](https://pixabay.com/es/photos/dormido-somnoliento-hombre-asi%c3%a1tico-5500058/)</sup></center>




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—¿Cómo piensas construir tu casa?
—Con tablas —respondió sin ánimos.
—¿Por qué no usar ladrillos y buenas fundaciones?
—No lo veo necesario.

La pereza se convirtió en su bandera, y durante meses avanzó poco en su industria de construcción. Mientras, se refugiaba en una choza vecina, ajeno a la necesidad apremiante de asegurarse su propia casa antes de la llegada del período de tormentas.
El tiempo pasó, y lentamente las paredes fueron tomando forma. Desde el comienzo parecían endebles y caricaturescas, con un mal acabado y sin cuidados en sus remates. El aspecto general de aquella vivienda era horrendo.
A su alrededor, sus vecinos, se esmeraban por fortalecer sus muros y anclar sus puertas y ventanas. Algunos incluso se preparaban para marcharse durante unas semanas hasta que el clima fuera más seguro. Pero aquel hombre insistía en su propio pensamiento y su necedad era tan fuerte como la roca.

Las nubes fueron tomando forma, y una tarde, el ocaso llegó más temprano de lo esperado.

Oscuras manchas motearon el cielo, y gotas como piedras comenzaron a caer sobre aquella tierra. El viento era tan feroz que la nube de polvo que empujaba delante de sí era capaz de erosionar la piel.

De nada le sirvió al hombre correr despavorido hacia su maltrecha casa. Los gritos de angustia no son escudo contra los elementos naturales, cuando estos se salen de control. No hay misericordia en la tormenta que arrasa todo a su paso, destruyendo sueños y colapsando ilusiones. 

Aquel hombre se aferró a una roca mientras veía como su casa se convertía en un remolino de tablas que eran aventadas como confeti por los aires. Faltó poco para que él mismo volara sin rumbo en el cielo y perdiera la vida.

Cuando la tormenta pasó, el rostro del pueblo era otro. Faltaban árboles y postes de electricidad, faltaban botes de basura y vidrios de tiendas; pero solo faltaba una casa, las demás estaban en pie como estatuas de mármol en un museo.   

La vergüenza siempre cede el paso a la tristeza cuando esta es esclava de la tragedia. Nadie en el pueblo se acercó a criticarlo, nadie dijo una sola palabra condescendiente, nadie señaló error alguno. Simplemente, dejaron que la experiencia fuera la maestra y que los hechos se encargaran de la disciplina por sí solos. Aquel hombre fue hallado abrazado a una roca, con la piel rasgada, así como su ropa, y envuelto en un concierto de lágrimas y desconsuelo.

Fue difícil para sus vecinos arrancarlo de esa roca para llevar a un sitio seguro. Mientras caminaba, dando pasos torpes y montado sobre el hombro de otro caballero, apenas se daba cuenta de lo que ocurría. Nada más lloraba y lloraba como llora un niño pequeño y asustado que no encuentra a su mamá en el parque.






<center><a href="https://pixabay.com/es/photos/agua-gotas-de-lluvia-lloviendo-815271/" target="_blank"><img src="https://files.peakd.com/file/peakd-hive/latino.romano/23u6962pcXSVApn4TDbMXrDvBVS5phcVPb1hXtRf9rk6accehVhB9wf999Z6FADJHbdgF.png"><br/></a></center> 
<center><sup>[Fuente](https://pixabay.com/es/photos/agua-gotas-de-lluvia-lloviendo-815271/)</sup></center>




Algunas semanas después encontró alivio para su trauma. Al fin pudo caminar por las calles sin sentir pavor cuando el viento movía las ramas de los árboles.

Poco a poco fue recuperando la confianza, y con el tiempo y el pasar del verano, hasta olvidó lo que fue de aquella mala experiencia que casi le costara la vida.

Su actitud fue cambiando de ser un hombre asustado y temeroso, a ser un hombre con ímpetu y arrogancia, que parecía saber más que todos los demás y que no necesitaba de consejos. Pronto lo vieron retomando sus andanzas, evitando el trabajo duro, escondiéndose del esfuerzo y del levantarse temprano.

La primavera le sirvió para poco y dejó que el tren del otoño partiera si él. Todos sus vecinos retomaron su rutina de prepararse para el invierno, para la llegada de las tormentas, pero él seguía indiferente a las acciones de los demás.

Finalmente, después de muchas súplicas y recordatorios de sus conocidos, decidió poner manos a la obra con la finalidad de que le dejaran en paz. Dejaría de vivir en una choza para construirse una casa que lo protegiera del invierno. Sin embargo, su entusiasmo era escaso y sus maneras poco convincentes. 

—¿Cómo piensas construir tu casa? —preguntó un vecino con interés.
—Con tablas, esta vez usaré tablas más fuertes —respondió sin ánimos.
—¿Por qué no emplear ladrillos y buenas fundaciones como hacen los demás?
—No lo veo necesario, es mucho esfuerzo innecesario.












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<center><sup>[Fuente](https://pixabay.com/es/photos/dormido-somnoliento-hombre-asi%c3%a1tico-5500058/)</sup></center>






***English version***


-How do you plan to build your house?
-With boards," he answered without encouragement.
-Why not use bricks and good foundations?
-I don't see the need.

Laziness became his banner, and for months he made little progress in his building industry. Meanwhile, he took refuge in a neighboring hut, oblivious to the pressing need to secure his own house before the arrival of the storm period.
Time passed, and slowly the walls took shape. From the beginning they looked flimsy and cartoonish, with a poor finish and no care in their finishing. The general appearance of the house was horrendous.
All around them, their neighbors were working hard to strengthen their walls and anchor their doors and windows. Some were even preparing to leave for a few weeks until the weather was safer. But that man insisted on his own thinking and his need was as strong as rock.

The clouds were taking shape, and one evening, the sunset came earlier than expected.

Dark spots speckled the sky, and drops like stones began to fall on that land. The wind was so fierce that the cloud of dust it pushed in front of it was capable of eroding the skin.

It was no use for the man to run in panic towards his battered house. Cries of anguish are no shield against the natural elements when they get out of control. There is no mercy in the storm that sweeps everything in its path, destroying dreams and collapsing illusions.

That man clung to a rock as he watched his house turn into a whirlpool of boards that were tossed like confetti through the air. It was not long before he himself flew aimlessly through the sky and lost his life.

When the storm passed, the face of the town was different. Trees and power poles were missing, garbage cans and store windows were missing; but only one house was missing, the rest were standing like marble statues in a museum.

Shame always gives way to sadness when it is the slave of tragedy. No one in the village came forward to criticize him, no one said a single condescending word, no one said anything wrong. They simply let the experience be the teacher's and let the facts take care of the discipline on their own. That man was found hugging a rock, his skin torn, his clothes torn, and wrapped in a concert of tears and grief.

It was difficult for his neighbors to pull him away from that rock to safety. As he walked, taking clumsy steps and riding on the shoulder of another gentleman, he was hardly aware of what was happening. He just cried and cried like a scared little boy who can't find his mother in the park.


<center><a href="https://pixabay.com/es/photos/agua-gotas-de-lluvia-lloviendo-815271/" target="_blank"><img src="https://files.peakd.com/file/peakd-hive/latino.romano/23u6962pcXSVApn4TDbMXrDvBVS5phcVPb1hXtRf9rk6accehVhB9wf999Z6FADJHbdgF.png"><br/></a></center> 
<center><sup>[Fuente](https://pixabay.com/es/photos/agua-gotas-de-lluvia-lloviendo-815271/)</sup></center>



A few weeks later I found relief from his trauma. She was finally able to walk down the streets without feeling fear when the wind moved the branches of the trees.

Little by little he regained his confidence, and with time and the passing of the summer, he even forgot what became of that bad experience that almost cost him his life.

His attitude changed from that of a frightened and fearful man, to a man with impetus and arrogance, who seemed to know more than everyone else and who did not need advice. Soon she saw him resuming his wanderings, shunning hard work, hiding from exertion and early rising.

Spring was too little for him and he let the autumn train leave without him. All his neighbors resumed their routine of preparing for winter, for the coming of the storms, but he remained indifferent to the actions of others.

Finally, after many pleas and reminders from his acquaintances, he had to get to work in order to be left alone. He would stop living in a hut and build a house to protect him from the winter. However, his enthusiasm was low and his manner unconvincing.

-How do you plan to build your house? - a neighbor asked with interest.
-With boards, this time I'll use stronger boards," he answered half-heartedly.
-Why not use bricks and good foundations like the others do?
-I don't see the need, it's too much effort.



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