ATARDECER EN EL PÁRAMO
nature·@reinoldroberts·
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 <center><div class="text-justify">¡Hola Steemians! Hoy les dejo por aquí una fotografía del atardecer en uno de mis lugares favoritos, esta fotografía la tome hace unos cuantos años y hoy por casualidad o tal vez por causalidad, buscando entre mis archivos de la computadora, la encontré. Algo tiene de magia estos momentos que uno mismo captura para siempre, y no me refiero sólo a la acción de fotografiarlos, sino de guardarlos en tu mente, en tu corazón, en tu esencia, que luego cada vez que los recuerdas los vives nítidamente, como si volviéramos a estar allí, de hecho, la palabra “recordar” viene del latín “recordari”, formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Entonces, el recordar es mucho más que tener a alguien o algo presente en la memoria, significa “volver a pasar por el corazón”, y ciertamente así se siente cuando uno recuerda algo con emoción, cariño o ternura, momentos que de una u otra forma han dejado huella en nosotros. Para contarles un poco de la historia de la fotografía, todo surgió a partir de un paseo con unos amigos, generalmente todos los paseos que organizábamos era cuando estábamos todos sin hacer nada en la universidad, he inventábamos una salida de estas y el lugar predilecto era visitar el Páramo del zumbador, llamado así, porque cuando el viento fluye con cierta velocidad, se le oye zumbar entre las montañas, éste está ubicado en el trayecto más elevado de la carretera Trasandina, en el Estado Táchira, entre los poblados de Mesa de Aura y Los Mirtos, Venezuela, a una altitud de 2540 msnm, el trayecto duraba más o menos entre 1hr y 30min o 1hr y 45min, durante todo el camino bromeábamos con todo lo que se nos ocurriera (o como se dice en criollo “jodíamos que jode” jajaja), con absolutamente todo, contábamos anécdotas, chistes buenos, chistes malos iban y venían, por cierto, lo chistes malos eran maaaalos, jajajaja, pero la pasábamos muy bien. Cuando llegábamos a nuestro destino seguíamos en el mismo plan, solo que esta vez con un clima más frío, dado por la altura de la zona. Finalmente, ese día sábado 6 de julio de 2013, cuando se acercaba la hora del ocaso, o como le llamamos en fotografía la “hora dorada”, me percaté que nunca había visto un atardecer allí, en mi lugar favorito, entonces, más rápido que inmediatamente saqué mi teléfono y comencé a fotografiar tal espectáculo, era algo increíble, sublime, que creaba en mi un sentimiento de paz y gratitud indescriptible para el momento, solo estaba allí contemplando el paisaje y dando gracias a la vida por permitirme haberlo presenciado ese día. <center><div class="text-justify">“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida” Chavela Vargas.</center></div> <center></center> <center> </center> <center></center> <center><div class="text-justify">!Hasta pronto!</center></div>