Esa tarde, Carlos  tuvo un pequeño accidente  mientras estaba leyendo la novela. Por la ventana abierta  entró un insecto  horrible que se le metió  en un ojo. Se lo sacó rápidamente pero le quedo una molestia. No le quedo otro  medio que ir hasta la clínica.

Allí lo atendió el doctor, que lo examinó con unos aparatos extraños, le sacó algo y le tapó  el ojo con una venda. 


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Mientras se dejaba hacer todo, resignado  por lo sudedido, con el ojo sano podía distinguir a la enfermera, que era muy joven y bonita. Cuando el  doctor terminó su tarea,  salió y,  Carlos se quedo solo con la señorita. Charlaron un rato  y se animó a perdirle el número  de teléfono. Esa mañana la llamo varia veces y la invitó a salir. El fin de semana fueron al parque, luego la llevo al cine.

Conclusión: Carlos no necesitaba los dos ojos para estar  con su joven enfermera.